Miguel Delibes foi algún tempo profesor, logo periodista e sempre narrador de obras inesquecibles da literatura española do século XX. Quen non leu algún dos seus libros de referencia El camino, El príncipe destronado, Los Santos Inocentes, Cinco Horas con Mario, Las ratas, El hereje...?
Delibes era un mestre do idioma, un cazador de palabras, unha desas poucas persoas que teñen o talento de facer que un idioma siga vivo eternamente. A RAE botará en falta o seu bornal.
Imos lembralo coa lectura duns fragmentos da súa novela El hereje, a historia de Cipriano Salcedo, cuxa nai morre ao pouco del nacer, algo que seu pai non lle perdonará nunca. Cipriano medrará ao pé das saias da súa ama de cría nunha época convulsa desde o punto de vista político e relixioso, na España do s. XVI, ata que é separado dela á forza. Xa adulto, entrará en contacto co movemento protestante que se está a introducir en España clandestinamente, o que repercutirá fatalmente no seu destino.
"El destete de Cipriano, como no podía ser menos, repercutió en el cuerpo de Minervina. Sus pechos, de por si pequeños, se achicaron un poco más, se apretaron, mientras su cuerpo espigaba y los miembros recuperaban la felina elesticidad enervada con la crianza. Engolosinado con el sexo, a don Bernardo no le pasó inadvertida esta leve metamorfosis. Su mirada se iba tras la muchacha cuando aparecía en sus dominios y la seguía placenteramente con la vista sin dejarlo. En ocasiones, cuando portaba en sus manos levantadas algún objeto delicado de loza o porcelana y temía que su contenido se derramara, sus pisadas se hacían mínimas, y deliciosa su cadencia, el leve ondular de sus caderas. El niño la perseguía por todas partes. Desde que arrancó a andar pasaban tantas horas en el piso de las buhardillas, donde dormían, como en el principal." (Cap. IV, pax. 139)
"Cipriano cerró los ojos. Lo primero que pensó no fue en la delación sino en la amargura que aquellas palabras habrían producido en el espíritu de doña Ana. Luego pensó en las plumas del sombrero de fray Domingo al disfrazarse para la huída. Sintió hacia él, de pronto, una cierta aversión, tan engreído, tan pagado de si mismo, tan sesgo. Su crueldad para con doña Ana no había sido precisamente un acto cristiano. El dominico se había comportado brutalmente con la niña, había destruído su armazón espiritual sin miramientos." (Cap. XV, pax. 434).
Lemos na contraportada: El hereje es "un canto apasionado por la tolerancia y la libertad de conciencia, unha novela inolvidable sobre las pasiones humanas y los resortes que las mueven."
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