"Casi desde que nací tuve conciencia de la muerte, esa fatalidad que tarde o temprano a todos afecta. Hay que aceptarla, guste o no guste".
Estes ollos que, como comentaba a súa muller Carolyn Richmond, "todo lo ven y en silencio hablan", esta mirada "capaz de producir en quien la sostiene tanto desasosiego, refleja una dualidad fundamental del Ayala persona y del Ayala escritor: su asombroso sentido crítico, por un lado, y, por otro, su profunda ternura emocional".
Estes ollos que se pecharon hoxe por última vez deixáronnos a todos un pouco máis orfos.
Mais quédanos o acubillo das súas palabras:
"Al repasar las declaraciones obtenidas mediante el tormento -diligencia esta que, en su día, por muchas razones, se creyó obligado a presenciar el propio obispo- acudió a su memoria con desagrado la mirada que Antonio María, colgado por los tobillos, con la cabeza a ras del suelo, le dirigó desde abajo. Bien sabía él lo que significaba aquella mirada: contenía una alusión al pasado, quería remitirse a los tiempos en que ambos, el procesado sometido a tortura y su juez, obispo y presidente del Santo Tribunal, eran aún judíos; recordarle aquella ocasión ya lejana en que el orfebre, entonces un mozo delgado, sonriente, se había acercado respetuosamente a su rabino pretendiendo la mano de Sara, la hermana de Rebeca, todavía en vida, y el rabino, despues de pensarlo, no había hallado nada en contra de ese matrimonio, y había celebrado él mismo las bodas de Lucero con su cuñada Sara. Si, eso pretendían recordarle aquellos ojos que brillaban a ras del suelo, en la oscuridad del sótano, obligándole a hurtar los suyos; esperaban ayuda de una vieja amistad y un parentesco en nada relacionados con el asunto de autos. Equivalía, pues, esa mirada a un guiño indecente, de complicidad, a un intento de soborno; y lo único que conseguía era proporcionar una nueva evidencia en su contra, pues ¿no se proponía acaso hablar y conmover en el prelado que tan penosamente se desvelaba por la pureza de la fe al judío pretérito de que tanto uno como otro habían ambos abjurado?" Fragmento do conto El Inquisidor.
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